GREFA ha colocado más de 3.000 cajas nido para fomentar las poblaciones reproductoras de aves rapaces depredadoras de roedores que causan daños a la agricultura, principalmente el topillo campesino (Microtus arvalis). Según ha informado la ONG, que tiene su hospital de fauna salvaje en Majadahonda, las cajas se han instalado en siete comunidades autónomas. De estas, 1.800 son objeto de seguimiento anual por parte de los técnicos de la entidad en Castilla y León. La ONG prevé en breve ampliar la cobertura de estos nidales con la instalación de otros doscientos en el sur de la provincia de León.
Explican que esta acción se encuadra en el proyecto de control biológico del topillo campesino de GREFA, que nació en 2009 como una alternativa que evitase los graves daños al ecosistema y a la biodiversidad derivados de dos métodos que por entonces se aplicaban en Castilla y León contra este roedor y que actualmente están prohibidos: los rodenticidas anticoagulantes y las quemas de vegetación natural.
Puntualizan que el topillo campesino “está presente” en las áreas agrícolas de la Meseta Norte y el Valle del Ebro, donde “puede llegar a ocasionar importantes daños en los cultivos y problemas sanitarios debido a su gran capacidad reproductiva”, que deriva en “explosiones demográficas que facilitan la dispersión de enfermedades como la tularemia”.
“Nuestro objetivo ha sido aplicar el concepto de Soluciones Basadas en la Naturaleza para restaurar el equilibrio entre depredadores y presas, mediante acciones que favorezcan la presencia de rapaces autóctonas especialistas en la captura de roedores, sobre todo a través de la instalación de cajas nido que facilitan el asentamiento de estas aves en áreas agrícolas afectadas por plagas de topillo”, explica Fernando Garcés, secretario general de GREFA.
El cernícalo vulgar, la lechuza común y el mochuelo europeo son las rapaces a las que va destinada la gran mayoría de las cajas nido instaladas por la ONG en Castilla y León. Antaño habituales en los campos españoles, desde mediados del siglo XX estas aves han ido perdiendo sus lugares de nidificación por la simplificación e intensificación agrícolas. Se estima que cada familia de estas especies asentadas en una caja nido puede consumir entre setecientos y novecientos topillos durante el período reproductor (entre abril y julio).
CONTROL BIOLÓGICO DESDE HACE 14 AÑO
El proyecto de control biológico del topillo campesino de GREFA se inició hace catorce años con la instalación de cuarenta cajas nido para rapaces en un pueblo vallisoletano y desde entonces se ha extendido a casi un centenar de municipios de Castilla y León.
Detallan desde la ONG que un indicador “del éxito del proyecto” son los datos de ocupación obtenidos durante la temporada reproductora de 2022 en las cajas nido instaladas por GREFA en Castilla y León: en esos nidales se contabilizaron 762 parejas y 1.788 pollos de cernícalo vulgar,199 parejas y 498 pollos de lechuza común y 32 parejas y 81 pollos de mochuelo europeo. “Estos resultados son alentadores porque suponen un beneficio directo para el agricultor, además de contribuir a la salud pública ya que las rapaces a las que favorecemos depredan sobre roedores potencialmente dispersores de enfermedades infecciosas”, recuerda Garcés.