En “Los Astronautas” Laura Ferrero escribe sobre su familia. La que no tuvo, y que trata de reconstruir con palabras. La familia es un concepto difícil de definir. Incluso en el modelo más tradicional hemos crecido con cicatrices. La familia, sostiene Ferrero, puede ser arma de destrucción masiva y más para los hijos de la generación del divorcio que, como Laura, vio cómo su padre se largaba de casa sin derechos ni deberes. «No podemos impedir que los matrimonios se rompan, pero sí podemos disminuir el sufrimiento de los matrimonios rotos», dijo Fernández Ordóñez en su presentación parlamentaria. El sufrimiento no se legisla. Ni los daños colaterales de las cosas del querer.
Desde entonces, las familias han evolucionado y no hay estándar de felicidad. No podemos sentenciar qué hijos de qué útero crecerán más felices. ¿Qué garantiza una niñez sin heridas? No hay respuesta. Y si no, que se lo pregunten a los hijos del maltrato.
Solo por eso, el revuelo antológico en torno a la maternidad de Ana García Obregón a través de un vientre de alquiler me deja fría. Invocamos la moral para no aceptar aquello que nos chirría. Esa hija está condenada, escuchamos. Condenada a la orfandad, a la soledad, a no sé qué dolor inventado. Vuelvo a Ferrerro: “El rayo que no cesa no es el amor, es la sombra de los padres”. Suerte la de la niña Ana Sandra que no tendrá que rebuscar en los trasteros las fotos de su infancia porque crecerá, como una infanta, con las cartas boca arriba. Lo demás, es amor. Igual que vimos morir a Sampedro, vemos nacer a Ana Sandra. Y las leyes, mientras tanto, agazapadas. Miami es hoy el Londres del aborto de los ochenta. Con el matiz de la vida, claro.
Estimada señora Ónega,
Me he topado por casualidad con su artículo y, oiga, que me ha alegrado usted la tarde. Hace años que no miro la tele pero hubo un tiempo en qué sí lo hacía y, por su apellido, deduzco que usted debe ser pariente -hija quizás- de don Fernando. Hay que tener mucho valor para decir lo que usted ha dicho porque, en estos momentos, aquella persona que no comulgue con la moral y el discurso dominantes está condenada al ostracismo intelectual y social. El discurso dominante no tiene signo político, a veces es enarbolado por los políticos de derechas otras veces por los de izquierdas, pero en todos los casos no admite matices, solo adhesiones acríticas. Los medios de comunicación lo amplifican y la turba lo asimila sin el más mínimo análisis racional. Pasó con los dogmas económicos de la derecha, con la sentencia a los agresores (ahora sí) de la manada, con el objetivo abolicionista de la prostitución y ahora, con la maternidad subrogada. Oigo a una Montero (en este caso el nombre no importa) decir que la maternidad subrogada “atenta contra la dignidad de la mujer y la cosifica…”. Y me pregunto quien decide en qué consiste la dignidad de la mujer, ¿una señora del primer mundo que tiene un acomodado chalet con aire acondicionado y calefacción y que nunca alquilará su vientre? “Es que solo las mujeres pobres y migrantes recurren a alquilar su vientre”. ¿Y por que no les proveemos de una vida digna para que no tengan que recurrir a ello? No, es más fácil prohibir y eliminar derechos de los demás a los que nosotros (en el primer mundo) nunca recurriremos. “Es que hay granjas de seres humanos…” ¿Y por qué no se actúa contra ellas o contra los países que las promueven en lugar de limitar derechos? Es el mismo razonamiento de aquellos que dicen que la prostitución promueve la trata de blancas. Pues actúese contra la trata y déjese a la gente que haga lo que quiera con su cuerpo. ¿Es que una mujer no tiene derecho a alquilar su vientre y con ello proveer de una vida más digna a su familia? ¿A quién hace daño? ¿Por qué no puede alquilar su cuerpo durante nueve meses? Muchos alquilan sus brazos o su cerebro durante años en lo que se viene a llamar ‘trabajo´. ¿Dónde están los estudios que indican que la maternidad provoca algún trauma sobre la madre nodriza? Y finalmente, ¿alguno de los acérrimos detractores de la maternidad subrogada se ha parado a reflexionar sobre estos temas? ¿O se ha limitado a repetir lo dice la caja tonta? Me temo que esto último.
Señora Ónega. Gracias por abrir un poquito la puerta.
Lo único sensato que he leído y oído en relación a la polémica suscitada,: moral a la carta