Ignacio Chamorro, fundador de Woncast, asiste a los Martes de Actualidad del Instituto de Emprendimiento Avanzado
Ignacio Chamorro tenía un futuro profesional brillante, prometedor. Estudiaba Ingeniería y estaba a punto de acabar la carrera cuando el gusanillo del emprendimiento volvió a llamar a su puerta de forma definitiva, después de haber vendido tabaco de cachimba a bares para ganarse un dinero en su primera etapa en el campus. Ese primer emprendimiento fue su pasaporte para crear Woncast que en apenas tres años se ha convertido en su forma de vida y en su fuente principal de ingresos.
Woncast es “la experiencia de un regalo muy especial para personas que significan mucho para ti”, explica su fundador. Se trata de “encapsular un recuerdo, un mensaje y llevarlo para la eternidad dentro de una joya”. Basta poner la linterna del teléfono móvil para proyectar ese mensaje en una pared. El pedido tarda 24 horas en fabricarse porque lleva consigo una cuidada elaboración. El mensaje se incrusta “en una zona con una lupa y una placa de silicio que graba en nanómetros la frase que elijas”. Chamorro tiene concedida la patente de su producto que se fabrica solo en plata de ley, aunque en un futuro habrá joyas de oro y diamante.
Al más puro estilo de Silicon Valley las primeras pruebas que hizo este emprendedor fueron en el garaje de su casa. Ahora, Woncast está en pleno crecimiento y con una voluntad de expansión internacional clara. Aun así, su fundador sigue siendo el único trabajador que subcontrata el resto de servicios y automatiza otros, como el etiquetado de los productos. Ignacio Chamorro diseña las joyas, lleva la página web y prueba el producto. Ese espectacular crecimiento de Woncast se explica en el “tráfico directo”, según ha explicado su fundador. El boca a boca de quien ya ha vivido esa experiencia. Otra puerta de entrada de nuevo cliente es el “tráfico orgánico”, a través de Google y Facebook. La firma ha llamado a la puerta de Amazon, pero es difícil entrar en ese club porque “cobra comisiones grandes, los pagos se hacen muy tarde y no te permite conocer al cliente”.
El precio medio del producto es de 50 euros y las devoluciones son gratuitas, pero, subraya Ignacio Chamorro, “nunca hemos recibido ninguna devolución”. Y eso que, desde su nacimiento a mediados de 2019, han vendido casi 11.000 joyas. El consejo del ponente a los futuros emprendedores es “creer en el producto y sacarlo cuanto antes para ver si el mercado lo acepta o no”. Chamorro es partidario de “examinarte” cuanto antes para que no se tiren a la basura muchas horas de trabajo en el caso de que el producto no sea del agrado del público.