Escribo estas líneas desde la incredulidad que produce darse un garbeo por el coso socialista madrileño y comprobar su atonía electoral a siete meses de la cita de mayo. Es de sobra conocido que más que con toros, el PSOE lidia con un avispero de armas tomar que no ha apaciguado ni el poder que da Moncloa.
El espectáculo radiado y televisado de la búsqueda “a la desesperada” de un candidato que dispute la alcaldía a José Luis Martínez Almeida ha llevado a deslizar nombres tan inverosímiles como el de mi compañero de oficio Jorge Javier Vázquez. Venga, tacho el calificativo porque la política es capaz de casi todo. De haber sido cierto lo habría sentido por Jorge a quien veo más sobre las tablas de un teatro que arando plenos en Cibeles.
La gravedad del asunto es que el PSOE pasara por el trance del manoseo de sus cuatro siglas y fuera el comunicador el que se lo sacudiera treinta y seis horas después. ¡Vaya usted a saber qué demonios pasó en ese tiempo! Igual hasta hicieron una encuesta exprés. Pero lo que a mi juicio aun reviste más gravedad es que en el capítulo II del culebrón “Madrid, Tierra Amarga”, el Secretario General regional se permita anunciar unas primarias y, a renglón seguido, vaticinar que la candidatura la ocupará una mujer. ¡Menudo dilema como las primarias las gane un varón!
Produce enorme tristeza que a Madrid la quieran tan mal o que por la izquierda no sepan quererla mejor, que viene a ser lo mismo. Supongo que estos errores redimen los de la calle Génova. Así que visto lo visto me voy a permitir desembocar en un lugar demasiado común: ¡Joder, qué tropa! Nunca imaginaría el Conde de Romanones cuánto nos iba a aliviar parafrasearle.