…no necesitaban alforjas. Esta frase se la oí cientos de veces a mi abuela Sole en los contextos más variopintos y mundanos hasta el punto de que acabé haciéndola mía y la pronunciaba, incluso, de adolescente. Es decir, cuando no procedía porque me dejaba de repipi. Han pasado las décadas y sigue en mi imaginario. Ahora, con razones de peso. Para estos viajes, no necesitaban alforjas los que cabalgan desbocados en la carrera electoral que ya ha empezado. No se lleven a engaño: ya estamos en campaña.
A la coalición del Gobierno le gustaría parar el reloj para coserse a ellos mismos las heridas infligidas, no por el enemigo, sino por los tiroteos de los suyos. Al PP de Alberto Núñez Feijóo, en cambio, le gustaría acelerar las manillas de los relojes para arrastrarnos hasta las urnas y comprobar, por fin, si lo que dicen las encuestas es verdad. Qué sinvivir.
Mientras, el viaje de las alforjas vacías deja las cunetas llenas de polvo. Cunetas sucias de descrédito y desconfianza que a saber quién recompone, cómo y cuándo.
El último vaivén del Código Penal, el del ‘sí es sí’, ha provocado tal fractura que, ahora que lo pensamos en frío, nos asusta la frivolidad con la que fueron capaces de aprobar la reforma en un Consejo de Ministros. Pero da más miedo echar cuentas del tiempo que han tardado en reaccionar mientras los tipos condenados por abusos sexuales van saliendo de sus celdas, no por la perversión de la Justicia sino por la inutilidad del legislador. Pero no crean que van a darse prisa en solucionarlo. Mientras escribo, al cierre de este número de En Papel, no hay acuerdo para arreglar las cosas y yo me pregunto por qué y me hago cruces como se haría mi abuela Sole.