La natalidad en España ha registrado mínimos históricos. No parimos, qué le vamos a hacer.
Se me ocurren mil motivos, pero debo simplificar: no compensa. Fundamentalmente, a las mujeres que seguimos yendo de cabeza cuando decidimos ser madres.
De cabeza, sin frenos y hasta la extenuación. Si, además, no queremos renunciar a nuestra carrera profesional, para qué les voy a contar el sufrimiento. Solo la que lo ha vivido lo sabe.
Los hombres no lo saben tanto por qué ellos se han dedicado a diseñar el mundo y a delegar en las madres lo de ser padres. El juego histórico es divertidísimo.
Para que tengan todos los datos, se los aporto. Según el Instituto Nacional de Estadística, en el año 2023 hubo algo más de 322.000 nacimientos en España. Fue la cifra más baja desde 1941, fecha de posguerra.
Las jóvenes están a otra y las que peinamos canas a veces miramos para atrás y pensamos: ¿en qué momento? Naturalmente, si ya somos madres solo bordeamos el arrepentimiento, porque no hay nada más maravilloso que ver a tus hijos crecer, pero, con las cifras encima de la mesa, ya les digo que solo con los nuestros no vamos a pagar las pensiones.
Y a nadie parece importarle porque las cosas no cambian. Nadie incentiva a las familias con estímulos atractivos que den la vuelta a la realidad. Salarios bajos, vivienda imposible, educación complicada y horarios de colegios e institutos que parecen ir contra los horarios de los trabajadores.
Así, sinceramente, ¿cómo vamos a parir? Si me oyera mi abuela, me desheredaba. Lo sé. Pero eso es porque ella perteneció a una generación que no se hacía estas preguntas. Quizá vivían mejor. Quizá.