En este país ensimismado en el que pagamos impuestos, es decir, vivimos, los sucesos que ocurren son tan disparatados que cualquier marciano que nos observara con detenimiento pensaría que somos el País Ideal. Sin necesidades, con trabajo para todos, una educación adaptada a los tiempos, moderna y útil, una sanidad en la que operan a sus ciudadanos al día siguiente y un sector productivo que genera riqueza y que convierte a este País Ideal en motor de su continente.
El marciano estaría tentado de organizar una invasión total para colonizar hasta el último de sus barrios y aprender de sus gobiernos y de sus gobernantes.
Ese País Ideal es España donde no hay problemas de los que hablar ni debates que abordar porque todo va bien. Tan bien, que cualquier asunto, por menor que sea, ocupa durante semanas espacios públicos, periódicos, televisiones, noticieros de radio, ruedas de prensa. Lo último que genera gran sorpresa es que la oposición pida que el presidente del gobierno del País Ideal comparezca en el pleno del Congreso de los Diputados, con luz, taquígrafos y cámaras, para explicar materias reservadas como el escándalo Pegasus. ¿Qué podrá contar si lo que se puede contar ya lo ha contado su directora del Centro Nacional de Inteligencia a puerta cerrada? Si prospera, será una pérdida de tiempo. Pero al País Ideal se ve que le sobra.
Resulta entrañable comprobar lo poco que nos preocupan los asuntos que realmente dejaremos en herencia a la generación que viene detrás y que acabará emigrando porque aquí pan y pandereta.
Comprendo que todos los que aspiran a presidir el País Ideal tengan prisa, pero el actual presidente no la tiene y esa circunstancia no es menor porque solo lo decidirá cuando a él le interese. Para eso no necesita ni a Podemos, ni a Esquerra, ni a Bildu.
El País Ideal recordará siempre a su diputado Pablo Casado que además de demostrarnos que se sabía de memoria listas de insultos (traidor, felón, ilegítimo, chantajeado, deslegitimado, mentiroso, ridículo, adalid de la ruptura España, irresponsable, incapaz, desleal, ególatra, rehén, incompetente, mediocre, okupa con ka), pedía convocar todos los días. Lo acabaron convocando a él.
Con todo esto, no crean que yo pienso que no las necesitamos. ¡En absoluto! Diría incluso que son tan urgentes que no deberían respetarse ni los cincuenta y cuatro días de disolución de las cámaras, ni perder el tiempo en campañas electorales. ¡El próximo domingo, sin esperar al siguiente! El problema, a mi juicio, es como el que tiene el novio que pide casarse el primer día: pierde eficacia. Así que, mientras seguimos esperando, hagan para que no se note tanto que hay que renovar La Moncloa o donde quiera que vaya a vivir el señor Feijoo.