Reservé unos minutos para hablar con él y cuando llevaba más de media hora, me di cuenta que la música manda y que quien la crea tiene mucho que decir. Con ‘La Cruda’, uno de los últimos lanzamientos de Marlango, de fondo, en bajito, para que la charla no se viera interrumpida, comenzó el baile de palabras. No encuentro mejor definición para esta entrevista.
Alejandro Pelayo es compositor, productor y miembro del grupo Marlango. En concreto, quién está detrás del piano. De forma paralela desarrolla su viaje en solitario como compositor, que deja varios discos, campañas publicitarias, series de televisión y conciertos para niños. Quiere que “todo el mundo” se acerque al piano, “independiente de la edad o el nivel”. “Si peguntas por ahí…”, algunos dirán que Alejandro Pelayo es uno de los grandes compositores de este país y otros ni si quiera sabrán quien es. En mitad de todas esas versiones se encuentra la verdad de quién es este músico de origen cántabro.
Algo similar ocurre con Marlango, la banda, de la que forma parte Alejandro, junto a Leonor Watling y Tony Molina, que actuará en las Noches del Monte del Pilar de Majadahonda, el próximo 22 de julio. “Hay gente que pregunta que si todavía hacemos discos o conciertos y otros nos dicen que nos vieron en Alcoy. Cada persona nos ubica de una manera o de otra, no terminamos de estar en ningún sitio, pero llevamos casi 20 años haciendo discos y giras”. “La realidad está en el resumen de todas esas opiniones”, asegura Alejandro.
Ese es el motivo del título de su nueva gira ‘Si preguntas por ahí’, un condicional con múltiples respuestas, que resumen los casi 20 años de carrera de la banda española. “La letra es de Ray Loriga. Es un resumen del momento que estamos viviendo a nivel personal. Antes de la pandemia, las cosas tenían algo más acumulativo, pero cuando llegó el covid, todo se paró. Al salir del confinamiento, todos hablamos de un antes y un después”.
La realidad de ese después en la música lo decide, como no podía ser de otra manera, la música. “Por mucho que tú quieras tocar en un estadio”, asegura el compositor, “si la canción se va a sentir más cómoda en un teatro, tocarás en un teatro, y si la canción va estar más feliz en un bar o en un garito, ahí es donde vas a acabar tocando”.
La música ha decidido estar cómoda en el Parque de Felipe VI, en Majadahonda, un escenario al aire libre “que rompe esa barrera que hace que todos seamos responsables de lo que pasa”, explica Alejandro. Este concierto forma parte del programa de las Noches del Monte del Pilar, organizado por el Ayuntamiento, en colaboración con el Círculo de Empresarios y Comerciantes de Majadahonda. “La responsabilidad de que la noche sea estupenda es de todos”. El pianista cree que es “una oportunidad” para compartir, charlar y que “alguien diga algo y eso forme parte del concierto”.
El término ‘responsabilidad’ se repite a lo largo de la conversación. Alejandro lo utiliza para “dar las gracias al público por dedicarles su tiempo de ocio”, para agradecer vivir de la música, “merece la pena”, y también para referirse al concierto en la localidad: “Cuando llegas a la prueba de sonido de una ubicación como esta, ya tienes esa responsabilidad. Piensas, muy torpes tenemos que ser para que esta noche no sea una fiesta y un regalo para todos los que estamos aquí”.
El Monte del Pilar tiene algo especial para Marlango y en particular para su pianista, que opina que “una actuación es una cosa colectiva”. “La música acaba siendo un pegamento entre los que estamos tocando y los que están escuchando. Formamos parte de lo mismo y eso se da en escenarios como este”.
El compositor cree sin duda en el poder de la música, “por mucho que tú opongas resistencia, que llegues triste, cansado o lo que sea, la música siempre te acaba traspasando y te deja mejor que cuando estabas al principio”. “Es un bálsamo”, subraya.
Cambia el tono de la entrevista, y con permiso del entrevistado, accedemos a la otra parte de Alejandro. Asegura que el punto de partida es el mismo, “él solo enredando con el piano”, pero de esa intimidad salen muchas más cosas. Una de ellas es quien se manda en sus noches como compositor. “Siempre me siento cuando todos se han ido a dormir, en calma, de noche, en silencio. Me siento dos, tres horas al día a ver qué pasa y después al día siguiente lo escucho para ver si paso algo. Es la música la que después ordena y me pone diferentes trajes”.El compositor parte de lo irracional, “me parece que la música debe nacer de un lugar visceral y nada racional”. Y deja que pasen cosas: “Dar todo ese espacio a lo emocional y tocar y que sea el piano el que te devuelva lo que tú tengas en ese momento”. Pelayo lo compara con mirarse al espejo. “Quieres verte más alto, guapo, gracioso, pero la realidad es la que te devuelve el espejo”. En su caso, lo que ve es a una persona que quiere que las cosas estén bien y se hagan “lo mejor que se pueda”. “Componer después de improvisar, que el primer paso sea tocar y no pensar”.
El músico se pone el traje de padre y recuerda una conversación con sus hijos en el coche. Ellos querían parar a comer en un lugar cualquiera de la carretera, rápido y sin tener en cuenta “las cosas importantes”. Así califica Alejandro a “lo que comemos, vestimos, escuchamos, leemos, con quién nos relacionamos, de qué hablamos, qué nos interesa, los árboles, la huerta”. Tras escuchar la otra parte, defendió su postura, que no era otra, que “dar valor” a ese momento comiendo con sus hijos y “hacerlo lo mejor posible”.
Con Leonor también tiene sus diferencias, “bastantes”, pero cuando hay música de por medio, aparece la magia. Quizás al principio choquen, “Leonor pone mala cara, se gira, se da la vuelta si algo no le interesa, pero si le gusta, lo muestra de igual forma. Le falta saltar, como los perrillos cuando se ponen contentos por ver a su dueño”. La relación entre los dos es “muy animal”, pero se entienden “sin hablar”. “Nuestro lenguaje musical no verbal. Ahí está la clave”, asegura Alejandro. “Compartimos un gusto estético en lo musical que no necesita explicaciones”.
La elección de qué canciones son para Marlango y cuáles para Alejandro Pelayo en solitario también la hace la música. “Yo le enseño a Leonor algunas cosas que creo claramente que va a ser una canción para la banda y las acabo tocando en los conciertos para niños, y otras veces estoy tocando algo que he escrito solo para piano y Leonor lo escucha y se convierte Marlango”. “No soy yo quien ordena los cuadernos. Yo toco y después ya se verá”. La experiencia ha hecho ver a este compositor de la irracional, que “la música se ordena y aparece donde se sienta cómoda”.