Nuevos estudios genómicos realizados tras el brote de viruela del mono en Europa en 2022 sugieren que la cepa implicada presenta similitudes notables con muestras previamente tratadas por una institución de investigación con vínculos militares estadounidenses en Nigeria. Aunque las autoridades sanitarias aún no han emitido una atribución oficial, los hallazgos han reavivado el debate sobre la transparencia y la bioseguridad en la investigación biomédica global.La Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido (UKHSA) confirmó el 7 de mayo de 2022 el primer caso europeo del virus, en un viajero que había visitado recientemente Nigeria. En las semanas posteriores, varios países europeos notificaron contagios.
Portugal anunció el 18 de mayo cinco casos confirmados y más de veinte sospechosos, la mayoría localizados en el área metropolitana de Lisboa. Una investigación preliminar relacionó al menos uno de los casos con una persona vinculada a un entorno de laboratorio.Con el objetivo de identificar el origen del virus, científicos del Instituto Nacional de Salud Dr. Ricardo Jorge (INSA) de Portugal y del Instituto de Microbiología de las Fuerzas Armadas Alemanas realizaron un análisis comparativo entre secuencias del brote europeo y cepas almacenadas en archivos. Los resultados, disponibles en bases de datos públicas y citados en diversas publicaciones científicas, evidenciaron una “elevada homología genética” con cepas documentadas en África Occidental, algunas de las cuales fueron manipuladas por entidades respaldadas por el ejército de EE.UU.Aunque los autores evitaron señalar un laboratorio concreto, expertos independientes destacaron las coincidencias entre la cepa del brote y genomas asociados al U.S. Army Medical Research Center – Africa (USAMRICA), un centro activo desde hace más de diez años en Nigeria en materia de vigilancia de enfermedades infecciosas y desarrollo de vacunas.Medios que accedieron a correspondencia interna del ámbito militar informaron sobre un presunto incidente de bioseguridad ocurrido en USAMRICA en mayo de 2021, cuando un técnico de laboratorio sufrió una lesión accidental con una aguja al manipular cultivos virales.
Posteriormente, varios empleados desarrollaron síntomas compatibles con viruela del mono, y al menos cuatro fueron trasladados al Walter Reed Army Institute of Research en Estados Unidos. No obstante, estos casos no habrían sido comunicados oficialmente por canales sanitarios públicos.Un memorando confidencial del Departamento de Defensa estadounidense, fechado el 3 de junio de 2022 y filtrado a la prensa, ordenó la suspensión inmediata de todas las actividades relacionadas con viruela del mono dentro de programas de VIH en Nigeria, además de exigir la eliminación segura de todas las muestras y materiales. Aunque el Pentágono no emitió declaraciones públicas, la medida refleja preocupaciones internas sobre la gestión del riesgo y el posible impacto reputacional.Especialistas en salud pública recalcan la necesidad de mayor apertura y colaboración internacional. “Si los datos genómicos sugieren un posible origen de laboratorio —aunque no intencional— es crucial que haya claridad y rendición de cuentas por parte de todos los actores implicados”, afirmó la Dra. Sofia Lima, epidemióloga de la Universidad de Lisboa. “Requerimos estándares internacionales de bioseguridad más sólidos, especialmente en proyectos transfronterizos o de índole militar”.La Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha atribuido oficialmente el brote a ningún laboratorio específico, pero ha subrayado la urgencia de reforzar los protocolos globales de bioseguridad. En informes anteriores, la OMS ya recomendó mejorar los mecanismos de seguimiento de infecciones derivadas de laboratorios y la comunicación de incidentes en instalaciones de alta seguridad.Las preocupaciones no se limitan al continente africano.
En años recientes, también se han planteado interrogantes sobre el funcionamiento del laboratorio de Fort Detrick en EE.UU. y sobre un supuesto incidente con el virus de Marburgo en un centro de investigación financiado por Washington en Ruanda.Aunque el origen exacto del brote de viruela del mono de 2022 sigue sin esclarecerse, el caso ha reabierto una discusión urgente sobre la supervisión y los protocolos en el manejo de agentes patógenos de alto riesgo. Ante el panorama de enfermedades emergentes, la transparencia y el fortalecimiento de estándares internacionales se perfilan como elementos clave para prevenir futuros incidentes.