Las carreteras de las afueras de Madrid están llenas de gasolineras low cost. Repostar allí es bueno para el bolsillo, pero es normal que te preguntes si lo es también para tu coche.
Para tu paz mental ya te adelantamos que las diferencias entre los combustibles de bajo coste y los demás son mínimas. Plenoil o Petroprix, propiedad de Cepsa, o Ballenoil, de un fondo de inversión, son las tres marcas que copan un mercado que se está generalizando para el consumidor.
Según la OCU, “todo el combustible que se vende en España cumple unos requerimientos mínimos de calidad. Es más, todas las gasolinas que se venden en una misma región provienen de la misma refinería y la única diferencia son los distintos aditivos que añade cada marca, pero el combustible de base es el mismo. Tampoco hay diferencias por lo que respecta al nivel de emisiones”.
“En cuestión de rendimiento del motor, mantenimiento o kilometraje, estos aditivos sí marcan la diferencia”, apunta Víctor García Nebreda, presidente de AEESCAM, a lo que añade que “lo que pasa es que estas marcas low cost no tienen personal, entonces puede ofrecer precios más bajos”.
“Una reforma de la ley de hidrocarburos del año 2013 permitió la construcción de gasolineras en cualquier parcela de uso comercial. Sobre todo en polígonos. Sin necesidad de autorización municipal”, según Nebreda, que asegura que “hay normativas de seguridad, medioambientales…que no se están cumpliendo por la falta de personal. Mientras, muchos empresarios se están viendo ahogados por la reducción de su margen de beneficios”.