En la era digital en la que vivimos, las empresas se encuentran constantemente bajo la amenaza de ciberdelincuentes que buscan infiltrarse en sus sistemas y comprometer su seguridad.
Ciertos sectores vitales, como el transporte, la energía, la sanidad y las finanzas, dependen cada vez más de las tecnologías digitales, lo que brinda enormes oportunidades, pero expone sectores esenciales de la economía. Así, la ciberseguridad se ha convertido en una pieza fundamental en la estrategia empresarial, ya que no solo protege los activos digitales de una organización, sino que también salvaguarda su reputación, la confianza del cliente.
Las cifras de la ONU estiman que se produce un ciberataque cada 30 segundos. Solo en España, la mitad de las empresas fueron víctimas de, al menos, un ciberataque en 2022, y no dejan de aumentar.
Técnicas como el malware, un software malicioso, el pishing o suplantación de identidad, el Man in the Middle (MITM), la interceptación de comunicaciones, están a la orden del día, atacando los puntos más vulnerables de las redes y los sistemas de seguridad de las empresas. Este tipo de ataques pueden provocar pérdidas financieras a través del robo de datos financieros o la extorsión digital.
Además de los ataques de ransomware, en los que los delincuentes bloquean los sistemas de una empresa para pedir un rescate. No hay que olvidar la protección de la propiedad intelectual y los activos digitales. La pérdida o el robo de propiedad intelectual puede llevar a una disminución en la competitividad y la rentabilidad.
Muchos gobiernos están planteando leyes que obliguen a contar con sistemas y protocolos para hacer frente a los ciberataques, puesto que los ciberdelincuentes están en constante evolución para conseguir eludir las defensas de seguridad existentes.
Por lo tanto, es crucial que las empresas no solo implementen medidas de seguridad sólidas en el presente, sino que también estén preparadas para adaptarse y responder a las amenazas emergentes en el futuro. La inversión en ciberseguridad no solo es una medida defensiva, sino también una inversión en la resiliencia y la sostenibilidad a largo plazo de una empresa.
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