Aumentan las ventas de Lotería de Navidad para sobrevivir a la crisis. Los madrileños confían en que la suerte les dé un respiro para salir de una situación, que cada vez aprieta más con los gastos y se queda escasa en los ingresos. Lo sabe bien Alicia Minaya, encargada de la administración de Lotería nº 4 de Majadahonda: “Dicen que cuando estamos en crisis se llenan las iglesias y las zonas de apuestas y eso es lo que nos pasa a nosotros; cuando hay crisis, la gente busca la suerte de otra manera, esta suerte es barata y lo intentan”.
Alicia lleva 7 años trabajando en esta administración, que abrió en 1997. El local se encuentra en la calle Las Moreras, nº 2, en el centro comercial Centro Oeste. Tras la pandemia, el miedo se apoderó de la suerte y ganó la partida, asegura la lotera, pero ahora, “es diferente”. “La gente tenía pavor a acudir a centros comerciales. Sin embargo, este año, están más relajados”. El poder acudir al local ha ayudado a generar confianza en los clientes, “vienen, se acercan y prueban a ver si les toca”. “Es más presencial, aunque tenemos web, pero la mayoría prefiere el décimo físico. Son tradiciones”, explica.
Las ventas, sobre todo para la Lotería de Navidad, “han aumentado mucho respecto al año pasado y, sobre todo, al anterior”, señala la encargada. “Se nota que la gente busca la suerte”. Entre los que acuden a la administración en la que trabaja Alicia, se encuentran perfiles de todo tipo, desde personas que pasan por el centro comercial de compras y aprovechan la ocasión, “salen de las tiendas y si les sobran dos eurillos los gastan aquí”, hasta clientela habitual, “hay personas que vemos todas las semanas y son casi familia”.
Emocionada, la lotera explica que este año está siendo especialmente difícil, mucha gente viene desesperada para ver si tiene suerte, “han despedido a su hijo del trabajo y necesita ayuda. Son historias que te calan y piensas ojalá le toque, porque lo necesita”. Entre esa gente, se encuentra Sofía, una majariega que este año confía en que la suerte la ayude a salir del paso. Perdió el empleo en septiembre y aunque “tengo algo de dinero ahorrado”, explica, los recibos “cada vez son más altos”. Este año ha comprado el décimo habitual para Navidad y uno a medias con su hermana, “yo creo que tendremos suerte”, asegura optimista.
VENDER ESPERANZA
Eduardo es otro cliente habitual de la administración. Lleva jugando al mismo número desde que su abuelo le cedió la suerte. “Es una tradición”, señala sonriente. “La Lotería Nacional es un día de fiesta para nosotros, madrugamos y vemos el sorteo entero”. Este año, Eduardo, padres de tres hijos, jugará un número extra, para probar “por si toca”. “La decena del año que nació mi hija pequeña”. Si gana, “el premio se lo daré a ella, que lo necesita”. La hija de Eduardo está embarazada y será madre en marzo.
Entregar “felicidad” es algo “incomparable”, asegura Alicia, “sobre todo a gente que lo necesita”. La sensación de que “la felicidad de otros pasa por tus manos”, se detiene emocionada, “es único”. “Hay gente que realmente lo está pasando mal y lo necesita”, subraya. Muchas personas vienen “desesperadas” asegura la lotera, que no puede evitar volver a emocionarse. “Aquí escuchamos historias reales que te hacen darte cuenta de lo que está pasando en la calle”.
Alicia, además de vender décimos, reparte esperanza. “¡Usted está comprando ilusión, piense en qué se lo va a gastar!”. La trabajadora es consciente de que la suerte es difícil, pero cree que es posible y esa ilusión vale mucho más que cualquier billete. “Te estás quitando problemas y eso es algo positivo. Se puede salir de las cosas, nunca se sabe, hay que confiar. Aquí escuchamos historias todos los días que te emocionan. La gente está buscando la suerte porque de otra forma lo tiene difícil. Es complicado, porque te tiene que tocar, pero lo intentan”. Y en año de crisis, como éste, “se nota más”, subraya.
CLIENTES MAS JÓVENES
Cada vez son más jóvenes los que retan a la suerte. Alicia se ve sorprendida con la cantidad de chicos y chicas que se acercan cada día. “No me digas por qué, quizás porque tienen la situación más difícil de lo que teníamos nosotros, no sé. Yo ya tengo 57 años, pero ellos lo tienen muy complicado, los trabajos son más precarios y es complejo, pero cada vez son más los que están empezando a interesarse por el juego”, asegura. Y no solo por la Lotería de Navidad, sino por la Bonoloto, el Euromillón, “la gente joven juega cada vez más”, destaca.
Las ventas en el juego en general “se han incrementado”, asegura Alicia, aunque el 22 de diciembre continúa siendo el día grande. “Todo el mundo compra para Navidad y más este año que hay poco dinero en el bolsillo y la situación está como está”. Esta administración vende muchos números, lo que aumenta las posibilidades de que toque. Ya ha repartido varios premios. “En 2015 dimos el tercero y también hemos repartido mucha pedrea”. “Este año esperamos dar toda la suerte posible”, resalta la lotera.
Las terminaciones más pedidas son el 13, 15 y 17, “son fetiche todos los años, además del año en curso, este el 22, que lleva agotado desde hace meses en todas las administraciones”, explica Alicia, que también confiesa guardarse algún número, por si la suerte le sonríe. “Yo me guardo todos los que tenemos especiales de abonados. No sea que pase por mis manos y toque, que ya me ha pasado, y no lo tenga. No juego mucho todo el año, pero en Navidad, me gusta”.
Al igual que la lotera, Nacho prueba suerte en el Euromillón y en la Lotería de Navidad, “por si toca”. “Siempre cambio con mis hermanos, el del trabajo y el de un amigo que vive fuera, que también hacemos intercambio”. Este año comprará en la administración de Alicia, porque quiere independizarse. “El alquiler es muy caro y una ayuda me vendría muy bien”. Nacho tiene tres trabajos. La Lotería de Navidad es una tradición que pasa de generación en generación y después de dos años especialmente complicados, por la pandemia, este se presenta con ganas de confiar en el bombo. “La gente tenía miedo de venir, porque estamos en un centro comercial y con el COVID, pero este año por fin vamos sin mascarilla y las tiendas están llenas”, asegura.
Con Alicia ya detrás del mostrador, paseamos por el centro comercial y efectivamente la teoría de la lotera se confirma. Hay mucha gente, los niños juegan por los pasillos y los comercios, ya con las luces de Navidad, invitan a pasar para disfrutar de un mes, que, aunque se presenta difícil para el bolsillo, también está lleno de esperanza. Y la Lotería de Navidad tiene que ver mucho en ese “espíritu”, que algo nostálgico, contagia de ilusión a todo el que tiene un décimo guardado en la cartera.